Una noche, al regresar al hotel después de echar unas copas en la cueva, un pub de Formigal, me encontré a Cheikh Lo en la terraza con unas birritas y unos cigarritos. Agradeciéndole unas caladitas le regalé una botella de aceite virgen extra de Jaén. Como no sabía lo que era y tenía ya el pico caliente, se lo quiso beber de un trago. Por eso nos reíamos
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